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Transtorno Bipolar

¿Qué es el Trastorno Bipolar?

La enfermedad bipolar es producida por una alteración bioquímica, en muchos casos de origen hereditario, que influye en el estado de ánimo y que provoca periodos de depresión y otros de manía. Aunque en fases de estabilidad (eutimia) el paciente puede desenvolverse con normalidad siendo los mismos más duraderos cuando el paciente está bajo tratamiento

En definitiva, el trastorno bipolar es un trastorno de la regulación del estado de ánimo que se caracterizan por su curso recurrente en forma de diversas combinaciones de episodios maniacos, hipomaniacos, depresivos, mixtos. El diagnóstico precoz del trastorno bipolar es clave para un tratamiento correcto y un buen pronóstico. Con frecuencia, la manía psicótica se confunde con esquizofrenia, y los cuadros hipomaniacos y mixtos con alteraciones del comportamiento derivadas de trastornos de la personalidad o del consumo de sustancias tóxicas.

Un correcto diagnóstico diferencial y la detección de patologías asociadas son críticos para un manejo adecuado de la enfermedad.

Tipos de trastorno bipolar

Trastorno Bipolar Tipo I

Una persona afectada por un trastorno bipolar tipo I puede presentar a lo largo de su enfermedad cuatro tipos diferentes de episodios: episodios maníacos, episodios hipomaníacos, episodios depresivos y episodios mixtos. Aunque, con tratamiento el mayor periodo de tiempo es de estabilidad (eutimia). Es bastante común que los afectados por el tipo I requieran hospitalización en algún momento debido a la fuerte intensidad con la que se presentan los síntomas en las fases de manía. Este internamiento en el hospital comporta una supervisión médica que permite establecer un tratamiento adecuado para la persona lo cual supondrá el principio de su recuperación.

Por lo general, las personas con trastorno bipolar tipo I manifiestan recaídas maníacas y depresiones que varían en frecuencia e intensidad de una persona a otra. A veces después de una fase maníaca puede sobrevenir una fase depresiva y ésta suele ser de intensidad proporcional a la de la manía. Es decir, "que cuanto más alto subamos, más dura será la caída". De ahí la importancia de detectar a tiempo las fases "altas" con el fin de frenarlas; así no dejamos que se agraven los síntomas de la manía y prevenimos también el período depresivo posterior.

Trastorno Bipolar Tipo II

Una persona afectada por un trastorno bipolar tipo II puede presentar a lo largo de su enfermedad dos tipos de episodios: episodios hipomaníacos y episodios depresivos. Sin embrago, aunque los síntomas de los episodios hipomaníacos son menos intensos que los de las fases maníacas, las depresiones del trastorno bipolar tipo II pueden ser igual de intensas que en el trastorno bipolar tipo I.

El trastorno bipolar tipo II suele ser más difícil de diagnosticar que el de tipo I, puesto que las personas que lo padecen no suelen identificar las fases de hipomanía como algo patológico y, por lo tanto, no suelen relatar estos periodos en consulta. Por esta razón, en ocasiones se realizan diagnósticos erróneos de depresión recurrente en personas que en realidad padecen trastorno bipolar tipo II.
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Ciclotimia

Una persona diagnosticada de ciclotimía puede presentar a lo largo de su vida fases eufóricas y depresiones leves. Digamos que es la forma "más suave de trastorno bipolar". No obstante, precisamente por la baja intensidad de los síntomas, las personas con ciclotimia no suelen buscar ayuda profesional y atribuyen la inestabilidad a su propio carácter, ignorando que se trata de una enfermedad. Aunque la ciclotimia es la forma menos grave de trastorno bipolar, puede provocar interferencias en la vida social, familiar y laboral de las personas que la sufren por lo que también es importante consultarlo con un profesional para buscar un tratamiento adecuado.

FAQs - Preguntas y respuestas


En nuestro centro, compaginamos la ayuda médica psiquiátrica y la psicoterapia junto con actividades de vida saludable orientadas a buscar la estabilidad emocional.

Si está interesado en recibir información sobre nuestros tratamientos y terapias para cualquier tipo de trastorno póngase en contacto con nosotros completando el formulario y le brindaremos toda la información necesaria por alguno de nuestros psiquiatras..


Básicamente es una enfermedad que alterna episodios de manía con otros de depresión. En los episodios de manía, el paciente se siente eufórico, desempeña una gran actividad, pierde la necesidad del sueño, se vuelve hipersociable, a veces presenta conducta promiscua y tiene gastos exagerados. Su pensamiento se vuelve acelerado y es frecuente que salte de una idea otra sin terminar de desarrollarla (es lo que llamamos pensamiento ideofugitivo). Pueden presentarse a veces delirios de grandeza y el paciente afronta a veces proyectos totalmente desajustados a su realidad.

La fase maniaca de un trastorno bipolar es uno de los pocos trastornos mentales en los que la persona no sufre por sus síntomas y no puede entender por qué los demás intentan frenar su estado, pues el paciente se siente muy bien, lleno de energía. La capacidad crítica está casi anulada, no se prevén riesgos y apenas hay control de los impulsos. Naturalmente no suelen presentar conciencia de enfermedad y son pacientes a los que hay que ingresar generalmente con autorización judicial.

En los episodios de depresión sucede lo contrario pues predomina la tristeza, los sentimientos de culpa, la apatía, la astenia y la anhedonia. A menudo presentan ansiedad, pierden el apetito y tienen trastornos del sueño. Son frecuentes las ideas de suicidio. La autoestima siempre muy baja. Existen quejas cognitivas. Pierden el apetito sexual. En ocasiones pueden presentar delirios congruentes con su estado de ánimo.


En los trastornos bipolares se conjugan factores de vulnerabilidad genética con factores de exposición ambiental, que comportan la aparición de la enfermedad, generalmente en torno a la adolescencia, y un curso recurrente en el cual los episodios van tornándose cada vez menos dependientes de desencadenantes ambientales. Las teorías actuales sobre las causas del trastorno bipolar se agrupan en un modelo biopsicosocial de vulnerablidad-estrés. Los factores genéticos son fundamentales pero explican sólo una parte del riesgo de desarrollar la enfermedad, siendo importantes también factores ambientales de tipo biológico (lesiones cerebrales, fármacos, drogas, cambios hormonales), psicológico (acontecimientos estresantes, apoyo social) e incluso meteorológico (cambios estacionales).

Los estudios genéticos han demostrado que la herencia desempeña un papel fundamental, no sólo en la etiología del trastorno, sino también en su expresión clínica y en su curso. Por otro lado, entre los factores biológicos implicados en el origen del trastorno bipolar, se encuentran diversos neurotransmisores, hormonas y alteraciones del patrón clínico del sueño. Además, los denominados “acontecimientos vitales” (sucesos o circunstancias de la vida en que una persona se ve sometida a un importante estrés) parecen intervenir en la aparición de la enfermedad en sujetos genéticamente vulnerables, y pueden influir en el desencadenamiento de sucesivas recaídas. Finalmente, es preciso añadir que hasta un 20% de los pacientes bipolares presentan un patrón estacional de recaídas, que consiste en un pico de ingresos por depresión en primavera y otoño, mientras que las fases maníacas parecen concentrarse fundamentalmente en verano, pareciendo probable, por tanto, que la luminosidad sea la variable más relevante en este sentido. La identificación de un patrón estacional tiene una evidente relevancia a nivel de pronóstico y de tratamiento, ya que en las épocas de riesgo pueden incrementarse las visitas médicas y las dosis del tratamiento profiláctico.


El trastorno bipolar debe tratarse a largo plazo. El tratamiento del trastorno bipolar radica en fármacos eutimizantes o estabilizadores en las ambas fases (sales de carbonato de litio y ácido valproico, entre otros). En la fase depresiva, además se manejan fármacos antidepresivos, mientras que en la fase maniaca fármacos neurolépticos.

En nuestra clínica, tratamos este trastorno de una manera interdisciplinar, añadiendo al tratamiento farmacológico intervenciones psicoterapéuticas personalizadas, fundamentales a la hora de prevenir las tan frecuentes recaídas. El tratamiento es, por tanto, psicosocial, con una marcada orientación psicoeducativa, tanto a pacientes como a familiares, con el objetivo de:

  • Mejorar el cumplimiento farmacológico, eliminando los obstáculos que interfieren con la adherencia a la medicación.
  • Facilitar la identificación precoz de síntomas de recaída, enseñándoles métodos para registrar la ocurrencia, gravedad y curso de los síntomas maniacos y depresivos que permitan una intervención temprana si éstos empeorasen.
  • Afrontar las consecuencias psicosociales de los episodios previos y prevenir las del futuro, enseñándoles habilidades de afrontamiento adecuadas.
  • Proporcionar a los pacientes estrategias para afrontar las situaciones estresantes sociales e interpersonales que puedan ser factores desencadenantes o exacerbadores de las manifestaciones de los síntomas.
  • Proporcionar a los pacientes estrategias no farmacológicas para afrontar los síntomas conductuales y cognitivos de la manía y la depresión.

Intentamos, en definitiva, dotar a pacientes y familiares de habilidades en el manejo de la enfermedad, proporcionándoles información acerca del trastorno, su mantenimiento y las frecuentes dificultades asociadas al mismo.

 

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